La voz del joven era de un nivel adecuado, el cual impregnaba una vibra única y magnética.
Sonaba hermosa, a diferencia del sonido que él esperaba de Fu Jiu, la de un pueblerino.
Pero fue semejante oración la que hizo que Su Xing se sorprendiera, mientras que la expresión de él cambió. El ya había tomado algo de vino y, en ese momento, él incluso flaqueó un poco y ya no estaba tan tranquilo como antes.
Fu Jiu se rió, mientras que su mirada permanecía fría.
—Parece que ese jefe Su se acordó de algo.
—Tú, tú…¡no, no puedes ser tú!
Los labios de Su Xing se volvieron blancos.
Su Mei de inmediato se dio cuenta de que algo estaba mal con la situación.
—¿Qué quieres decir con eso de que no puede ser él? Xing, ¿qué pasa?
—Na… nada importante —contestó Su Xing esquivando con la mirada.