¡A la velocidad de la luz, ella agarró la remera que se había sacado antes, para cubrirse el pecho!
Sin embargo, Qin Mo no entró. Simplemente se quedó parado con la cabeza bien alta y derecho afuera de la puerta, como una estatua de jade y el perfil se veía divino. Tenía un puñado de artículos de aseo personal.
—Abre la puerta. Te traje cosas.
¿Por qué ahora?
Fu Jiu se apretó la remera cerca del cuerpo.
—Espera hasta después de que haya terminado de bañarme.
—No hay gel de ducha ni nada ahí adentro, ¿así que como planeas bañarte?
Qin Mo arqueó las cejas e hizo más profunda la voz: —Abre la puerta. Agarra las cosas que la tía Zhang preparó para ti.
Después de decir eso, Qin Mo se quedó quieto por un rato. Los largos dedos estaban en el picaporte y estaba a punto de girarlo...