Fu Jiu se puso un chupetín en la boca. Luego, puso la laptop sobre el regazo de ella y empezó a contestar: —No, no me secuestró el Todopoderoso, me mudé con éxito a la casa del Todopoderoso.
No podía perder el momento.
¡Aunque, la verdad era que ese dios le había tendido una trampa!
—¡¿Mudarte, mudarte a la casa del Todopoderoso?!
Fu Jiu no era buena mintiendo, pero ya que ya había empezado a mentir, debía seguir. ¿Cómo podía dejar que algo dañase la imagen apuesta y dominante de ella?
—¿Por qué te sorprendes? ¿Si él duerme en mi cama algún día, vas a saltar por la sorpresa de las noticias?
Dormir… Dormir en la cama de él…
El rostro del estudiante Feng se empezó a ruborizar por completo de nuevo y dijo en con tono de voz serio: —Ídolo, no hable sucio, por favor. Lo voy a denunciar.