He Honghua no sabía absolutamente nada sobre tecnología y no sabía siquiera cómo abrir un enlace. Al final, Chen Xiaodong fue y los dos se sentaron frente a la computadora y vieron el video de principio a fin.
Chen Xiaodong no podía quedarse quieto después de escuchar el final. Se paró y gritó:
—¡Demonios, ahora puedo soltar todo mi enojo! Ahora, todos en el país saben la verdadera y fea cara de esos tres, ¡nadie los va a apoyar nunca más! ¡Se merecen eso por traicionarnos!
-Espada, Espada Z…
A He Honghua le parecía familiar la voz de algún modo. Ella estaba cerca de adivinarlo, pero de repente no pudo recordar dónde había escuchado esa voz.
—¿Por qué nos ayudó?
Chen Xiaodong se rio en voz alta.
—¡Él debe querer buscar justicia por nosotros! Señora, no sabe sobre esta clase de jugadores maestros en línea. ¡Les encanta hacerles reversiones completas a esas personas!