La primera reacción de Yun Hu fue mirar a Qin Mo.
Con la Liga Nacional que se acercaba, no sería bueno para ellos involucrarse en ningún deporte, especialmente no cuando se esperaba que el oponente jugara sucio.
Feng Yi les advirtió esos días que habían pasado que no se metieran en peleas en sus momentos intensos.
Él podía manejarlo solo, pero ahora ese pequeño Espada estaba con él, si algo pasaba, la Alianza suprema se quedarían sin dos de los más poderosos.
Pero el pequeño Espada ya se había sacado el abrigo y el capitán de ellos no parecía tener intenciones de detenerlo.
Yun Hu abrió la boca y se preparó para advertirle.
—Nunca jugaron ustedes juntos.
Qin Mo habló con calma.
—Traten a la cancha como un terreno de juego y úsenlo para practicar.
Yun Hu estuvo de acuerdo con un tono profundo.
—De acuerdo.