Jiang Zuo vio las cosas con claridad. Él caminó hacia Qin Mo y le dijo: —Susu es inocente y ella siempre cree lo que los demás dicen. Además… Esas personas eran sus amigas, después de todo. Estoy seguro de que Han Feng le va a recordar que preste más atención, después de esta vez.
—Mmm…
La mente de Qin Mo no parecía estar más ahí. Él frunció el ceño y miró al joven que estaba enganchando los pies debajo de la patineta, no muy lejos.
Jiang Zuo sonrió.
—Bueno, vamos a tomar un taxi de regreso, tú…
Siguió la mirada de Qin Mo y dijo de forma provocativa: —Tu príncipe puede volver de forma ecológica. Después de todo, alguien te va a recoger.
—Tú ve por tu lado.
A Qin Mo le pareció un poco divertido. Era verdad que nadie recogía a otros con una patineta. Él supuso que era suficiente para que Jiang Zuo se riera.