—¡Qué apuesto!
Fu Jiu miró esa foto y silbó mientras una tenía una sonrisa malvada en la comisura de la boca.
Ella solo estaba presumiendo cuán apuesta ella había salido en la foto, pero, luego, el Todopoderoso le sacó el teléfono y le dijo en voz baja: —Ve a tomarte la medicación.
—Mi teléfono...
—Te lo estoy confiscando.
Qin Mo se paró y caminó de vuelta a su lado de la cama. Él debía de estar buscando algo de ropa para ponerse.
Como le sacaron el teléfono, Fu Jiu en ese momento solo pudo encontrar consuelo en comida deliciosa.
Luego, ella se paró y agarró la billetera. Le preguntó: —Hermano Mo, ¿qué quieres comer? Voy a ir a buscar comida.
En general, los hoteles ofrecían autoservicio de desayuno gratis. Además, el desayuno era todavía mejor en esa clase de hoteles de alta clase.
Pero ese hotel les cobraba a los huéspedes cuando llevaban comida a las habitaciones.