Girando su cuerpo hacia un lado, Emlyn evitó a un borracho abalanzándose. Mientras ajustaba su ropa con el ceño fruncido, continuó abriéndose camino hacia la barra del bar.
Durante ese proceso, no parecía estar haciendo nada, pero los clientes que lo rodeaban siempre fallaban en hacer cualquier contacto con él. Ya sea en términos de velocidad, agilidad, equilibrio o coordinación, había alcanzado un nivel bastante aterrador.
Finalmente, Emlyn llegó al mostrador del bar y golpeó un par de veces el mostrador de madera exclamando: —¿Dónde está Ian?
El cantinero lo miró. Sin decir una palabra, volvió a bajar la cabeza y siguió limpiando los vasos de vidrio.
—...
Emlyn permaneció sorprendido, preguntándose si había hecho algo o dicho malo que provocara esa indiferencia. Eso lo enfureció un poco, al punto de desear extender la mano y sacar de su lugar al camarero.