Dentro de la cabina del capitán, Cattleya se levantó lentamente del piso y caminó en silencio hacia el espejo de cuerpo entero al lado de la estantería.
En el espejo, la piel de su rostro era clara y suave, sin una sola arruga. Sus orejas eran pequeñas y normales, sin signos de expansión. Sus profundos ojos morados estaban tranquilos, como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, podía ver más allá de sus ojos, que parecían tener una sensación de misterio.
Escondidas debajo de su piel había carne y sangre parecidas a ojos que no se habían disuelto completamente, eso era parte del daño a su Cuerpo del Alma, cuyo dolor y locura se dispersaron rápidamente; innumerables objetos ilusorios con formas inefables deambulando; y marineros limpiando la cubierta a varias habitaciones de distancia...
Todo dentro de un rango de unas pocas docenas de metros, se le revelaba de una manera despejada pero inusualmente caótica.
