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Chapter 59 - Capítulo 59 – Incapaz de ver a Chang'an

El Estado Zhao estaba en la parte sur del Dominio Sur, que estaba conectado con el subcontinente occidental. Esas dos áreas eran separadas del resto de las tierras del Cielo del Sur por el Mar de la Vía Láctea, aunque era posible que, hace mucho tiempo, las tierras del Cielo del Sur no se hubiesen dividido de esa manera.

Para afirmar las cosas con más claridad, el Estado Zhao existía al borde del Dominio Sur, lejos del mar. Sólo al pasar por numerosas montañas se vería el inmenso Mar de la Vía Láctea.

El Estado Zhao no era muy grande, ni estaba muy poblado. Sin embargo, la ciudad capital era un lugar bullicioso. A pesar de que el aire del atardecer estaba lleno de nieve que caía, las casas brillaban con la luz de las linternas, manteniendo a todo el mundo caliente en su interior.

Cualquiera que no tuviese una casa, y caminase por la noche nevada, sentiría una gran soledad.

Meng Hao caminaba por las calles bajo el cielo oscuro. Las multitudes de personas que normalmente serían visibles durante el día no se podían ver por ninguna parte. Cualquiera que se moviese, llevaría unos amplios sombreros de bambú, y mantendría la cabeza baja mientras se apresuraban.

Mirando hacia la distancia, él apenas pudo distinguir la forma de un edificio grande y prominente. Era una pagoda, una torre.

La Torre de Tang.

Tenía casi trescientos metros de altura, casi como una montaña, capaz de capturar la atención de cualquier persona dentro de la ciudad. La nieve la rodeaba, pero no podía ocultar la evidencia de la devota dedicación del Rey de Zhao, los eruditos y muchas otras personas que lo habían construido.

Se enfrentó a las Tierras del Este, al Gran Tang y a Chang'an.

Meng Hao nunca había estado en la capital antes, ni en la Torre de Tang. Nunca la había visto antes. Pero mientras caminaba por la calle hacia ella, sabía más allá de la sombra de una duda que... esa definitivamente era la Torre de Tang.

Siempre había imaginado que un día se convertiría en un funcionario del gobierno, y entonces sería capaz de subir a su cima y mirar a través de la tierra.

Miró la Torre de Tang, asentada en medio de la nieve que se arremolinaba. Pasó mucho tiempo.

—Antes de que desapareciesen mi madre y mi padre —murmuró—. Un viento violeta sopló afuera. La gente decía que era un signo auspicioso, y que un ser celestial había aparecido en el cielo... —caminó hacia delante, mirando a la Torre de Tang.

Pensó en todo lo que había pasado aquella noche. Nunca podría olvidar. Esa noche perdió su juventud. A partir de esa noche, nunca más tendría un padre y una madre en quien confiar. Fue entonces cuando comenzó a crecer fuerte.

Fue entonces cuando comenzó a soñar con ir a las Tierras del Este, ¡al Gran Tang!

Los rumores de que sus padres estaban muertos se extendieron, pero Meng Hao sabía que simplemente estaban desaparecidos. Estaban allí, en alguna parte. Nunca olvidaría la túnica violeta que su padre llevaba esa noche mientras estaba junto a la ventana, mirando el viento violáceo. Tampoco olvidaría cómo su padre le había mirado, con una mirada perturbada en los ojos.

Nunca olvidaría aquella noche, ni el sonido tranquilo de su madre llorando.

Él nunca había hablado de esas cosas, pero las había mantenido enterradas en su corazón.

A medida que la Torre de Tang se acercaba cada vez más, se preguntó por qué de repente estaba pensando en esas cosas del pasado. Él suspiró. El suspiro rompió en pedazos el viento nevoso. Nunca abandonaría la capital, ni el Estado Zhao, ni el Dominio Sur. No cruzaría el Mar de la Vía Láctea, ni llegaría a Chang'an.

—Quizá sea porque mamá siempre hablaba del Gran Tang —murmuró—. Ella me dijo que en la ciudad capital de cada nación, hay una Torre de Tang, y la gente dice que esas torres son las más cercanas a Chang'an sin estar realmente allí.

Mientras se acercaba al distrito que rodeaba la Torre de Tang, levantó la vista.

La nieve caía en pedazos pesados, y el viento del invierno silbó a su alrededor. Más y más nieve se estaba acumulando en la torre. Desde donde estaba, pudo ver claramente que había sido construida con mucho cuidado. Su fundación era de ocho lados, y se levantaba como una pagoda masiva.

Fue construida con un material verde, y se veía como la había imaginado.

A pesar de la nieve, los soldados patrullaban alrededor de su perímetro. Esa área... era un lugar que sólo los funcionarios de alto rango y las personas poderosas podían entrar, con el fin de ofrecer sacrificios y realizar ritos.

Pero los soldados mortales no se dieron cuenta cuando el cuerpo de Meng Hao pasó por allí y entró en la torre.

Un antiguo tramo de escaleras estaba en su interior, llegando lentamente hacia arriba. Las paredes estaban talladas con patrones de colores vivos, representando las Tierras del Este, el Gran Tang y Chang'an.

—Recuerdo que mi madre me describió el Gran Tang. Yo era tan pequeño entonces, realmente no entendía de lo que estaba hablando. Pero ahora que lo pienso, la forma en que describió las Tierras del Este, el Gran Tang y Chang'an... era como si las hubiese visto con sus propios ojos. Si no lo hubiese hecho, ¿cómo habría podido describirlo todo con tanto detalle? Era como estos tallados.

Los examinó mientras subía las escaleras. Finalmente alcanzó la cima de la torre y el final de los tallados. Habían representado la vida y la cultura, hermosos paisajes, e innumerables historias asombrosas y legendarias. Todo fue muy emocionante e inspirador.

Afuera, la nieve silbaba en el aire, golpeada por fuertes vientos. Era espesa en la parte superior de la torre. Meng Hao respiró hondo y miró a lo lejos. Lo único que podía ver era nieve. No podía ver las Tierras del Este, ni el Gran Tang, ni Chang'an.

—Así que no puedes ver a Chang'an de aquí después de todo —murmuró en voz baja. Se quedó allí, en silencio, envuelto en innumerables pensamientos. Él no era un funcionario del gobierno que estaba allí para ofrecer sacrificios a los cielos. Era un cultivador, un cultivador del octavo nivel de Condensación de Qi.

—Camino por un camino distinto que antes, pero la dirección es la misma.

El viento sopló su cabello, y la nieve le pegó sin fundirse, como si aprobase su vida, como si él también fuese nieve.

Después de un rato, se sentó con las piernas cruzadas y comenzó a meditar en silencio.

Durante la noche, la nieve cayó aún más duramente. Las luces brillaban dentro de las casas de la capital. Desde lo alto de la Torre de Tang, todo se tornaba negro y silencioso. Dentro de la oscuridad, Meng Hao podía verse años atrás, en el Condado Yunjie, en medio de la nieve.

La noche de nieve pasó lentamente.

Al amanecer, abrió los ojos. Era difícil decir si miraba el sol naciente, o si el sol le miraba primero.

La ciudad cobró vida con el amanecer. Pronto, las calles se llenaron de multitudes de personas. Él observó el mundo mortal extenderse ante él.

Observó silenciosamente todo el camino hasta que cayó la noche. Otro amanecer rompió. Un día, dos días, tres días.

Durante siete días, él contempló todo. Al principio, sus ojos parecían débiles y tenues, pero luego se volvieron brillantes y, finalmente, tranquilos.

Algo había cambiado en su mente. Había alcanzado un estado de iluminación con respecto a la vida misma. Al amanecer del octavo día, miró hacia abajo para ver oficiales y soldados llegar a la Torre de Tang para realizar un rito. Un hombre de mediana edad estaba allí vestido con una túnica dorada. Detrás de él había una multitud de personas, de pie en formación. Ofrecían sacrificios al cielo y a la tierra, al igual que muchos plebeyos por toda la ciudad.

Meng Hao se paró cuando comenzaron a inclinarse ante los cielos. Salió de la torre, evitando su reverencia. Pisando en el abanico precioso, él se levantó hacia adelante, sabiendo que había llegado el tiempo para que él se fuese. Mientras se preparaba para partir, volteó a mirar hacia la torre una vez más.

Cuando lo hizo, sus ojos se agrandaron.

Observó cómo la gente se inclinaba fuera de la Torre de Tang, la cual entonces empezó a brillar suavemente. Era un resplandor chispeante que los mortales no podían ver, pero alguien lleno de energía espiritual podía hacerlo

La luz se disparó hacia arriba, enviando las nubes a volar, con lo que apareció un enorme vórtice. Eso, también, era invisible a los ojos de los mortales, pero no para Meng Hao. Podía ver el vórtice claramente, y eso le hizo contener la respiración. Parecía agitado.

Dentro del vórtice, podía ver... un campo interminable de huesos y ruinas, lleno de un aura horrible y una niebla negra ondulante. No podía ver muchos detalles claros, pero podía percibir un aire misterioso y horripilante.

Su mente fue sacudida, especialmente cuando se dio cuenta de que dentro de la neblina negra del vórtice había un enorme ataúd. Allí, en medio de las ruinas, sentado con las piernas cruzadas al lado del ataúd, estaba un cadáver arrugado. De repente, abrió los ojos. Eran tan grises como las cenizas, y dentro de ellos, siete puntos de luz débiles giraban como estrellas. La visión del cadáver se disparó desde dentro del vórtice, directamente hacia Meng Hao.

Su corazón tembló, e involuntariamente cerró los ojos al sentir una punzada de dolor dentro de ellos. Sentía como si siete estrellas estuviesen a punto de aparecer dentro de sus propias pupilas, igual que aquellas dentro de los ojos gris ceniza.

De repente, algunas arrugas marchitas comenzaron a aparecer a través de su cuerpo, y una terrible neblina negra comenzó a filtrarse de sus poros.

Conmocionado, se retiró a toda velocidad. Al mismo tiempo, el vórtice fue succionado repentinamente en las nubes. El sentimiento aplastante que había experimentado desapareció y todo volvió a la normalidad. Era como si lo que acabase de ver hubiese sido una alucinación.

Sin embargo, su cuerpo todavía estaba marchito, y débiles rastros de la niebla de la muerte continuaron filtrándose de él. Su expresión facial cambió varias veces. Miró hacia la Torre de Tang. El resplandor ya no estaba presente, pero la gente seguía pagando reverencia. Su rostro se oscureció y, sin dudarlo, empujó al abanico a sus límites. Su cuerpo se convirtió en un haz de luz y desapareció en la distancia.

Salió de la ciudad capital, mirando hacia la Torre de Tang varias veces. Sus ojos exploraron el cielo, y la duda comenzó a levantarse en su corazón.

—No podría haber sido una alucinación. La Torre de Tang... ¿qué tipo de lugar es exactamente? Originalmente pensé que era un lugar mortal, ¡pero obviamente no es cierto! ¿Qué era ese lugar dentro del vórtice...? Las ruinas, el aura de la muerte, todos esos huesos...

Su cuero cabelludo se entumió mientras pensaba en el cadáver que había visto en medio de las ruinas.

Esos ojos estaban llenos de insensibilidad, eran sombríos y espantosos, especialmente las siete estrellas en las pupilas. Mientras pensaba en eso, su cuerpo se enfrió y comenzó a gotear de sudor.

—Y ese... ataúd —respiró hondo, sus ojos estaban llenos de miedo.

—¿Quién está dentro de ese ataúd, y por qué de repente aparece dentro del vórtice? ¿Por qué…? ¿Tiene algo que ver con la Torre de Tang...? ¿Tiene algo que ver con el Gran Tang en las Tierras del Este?

Se puso pensativo, mirando hacia atrás una vez más a la Torre de Tang. El sentimiento de temor dentro de él se hizo más fuerte. Respiró profundamente otra vez, deslizándose un poco hacia delante antes de caer al suelo y correr.

Estaba empezando a pensar que ser mirado por el cadáver dentro del vórtice... había sido una catástrofe....