—Jefe, mañana es el día que dijiste que visitarías a la familia Fang. ¿De verdad irás?
En el camino de regreso de la sala de práctica de artes marciales, el gordito tenía una expresión seria mientras miraba a su Jefe.
El joven sonrió con indiferencia.
—¡Por supuesto que voy!
Durante más de 20 años en su vida pasada, siempre cumplió sus promesas; nunca tuvo la costumbre de faltar a su palabra.
Esta era una de sus reglas cuando trataba sus asuntos.
Si lo cambiara, entonces no sería el Ling Tian cuyo nombre una vez sacudió el planeta Tierra y sus diversos países.
El gordito guardó silencio por un rato. Después de un breve momento, preguntó:
—Jefe, ¿está seguro?
El joven se encogió de hombros. Las comisuras de su boca contenían una sonrisa cuando respondió:
—¿Quieres la verdad o una mentira?
—¡Por supuesto que quiero la verdad! —afirmó el pequeño gordo con toda seriedad.
—No estoy cien por ciento seguro.