Han Sen no se dio la vuelta. Movió el escudo severamente dañado para cubrir su espalda y, al mismo tiempo, golpeó el huevo sagrado con su mano izquierda.
Dos ruidos resonaron al mismo tiempo. El Lobo Destructor dejó tres cicatrices profundas en el escudo con sus garras, perforando casi todo el escudo.
Sin embargo, a diferencia de lo que Han Sen esperaba, ese huevo sagrado no ejerció ninguna fuerza magnética sobre él, pero tampoco se separó del Rey Dragón Rodante y del dragón negro. En cambio, el huevo sagrado, el Rey Dragón Rodante y el dragón negro giraron al mismo tiempo.
Los tres cayeron en el estanque negro. Se hundieron, salpicando el agua oscura por todas partes.
El Lobo Destructor se sorprendió cuando vio que Han Sen no se sentía atraído por el huevo sagrado. Luego rugió y se lanzó hacia Han Sen nuevamente.
Han Sen lo esquivó mientras intentaba pensar en un método para defenderse del Lobo Destructor, pero no se le ocurrió nada.