El grillo luchó tan fuerte como pudo, pero finalmente, el rubí de su cabeza comenzó a brillar. Y entonces, algo más apareció en la cabeza de la criatura.
Han Sen vio un manifiesto de una sierra roja de un metro de ancho. Empezó a dar vueltas y vueltas como un rotor, recortando todas las enredaderas que lo habían atrapado. Las enredaderas sagradas eran gruesas como brazos, pero fueron arrancadas en un par de segundos.
Han Sen corrió. No había otras criaturas que pudieran ocuparse del grillo y le dieran tiempo para construir una moneda con un poder inmenso. Sabía que no había esperanza de luchar contra el grillo en estas circunstancias.