Han Sen tardó cuatro días en regresar al Refugio de la Estrella Móvil.
Para cuando regresó, la lucha ya había terminado y la crisis se había evitado, o al menos se enfrentó durante su ausencia y se resolvió en una batalla masiva que se había perdido.
Cuando Han Sen regresó, no estaba precisamente encantado con los resultados. Ante él yacían las ruinas y restos de lo que una vez fue un glorioso e inmaculado refugio concebido y construido. Y en medio de las ruinas estaba Xie Qing King, que parecía estar disfrutando de una buena cerveza fría. Aún así, estaba contento de que el lugar se hubiera salvado y que sus compañeros se hubieran recuperado.
—Buen trabajo. —Han Sen le chocó los cinco.
Han Sen había oído lo que había pasado por la Reina de las Espinas, especialmente lo que Xie Qing King había logrado hacer para matar al General de Oro.
—Soy Xie Qing King, no el emperador Xie Qing —dijo Xie Qing King.