Xue Yucheng aún pensaba que Han Sen estaba bromeando, pero al verle caminar hacia delante implacablemente, rápidamente le siguió.
—¿Qué estás pensando, hombre? —La cara de Xue Yucheng se veía más sombría por momentos. Ahora se retorcía en su incredulidad, lo que le hacía sangrar aún más.
—Voy a tomar el refugio. ¿No te lo había dicho ya? —Han Sen dijo.
—¿De verdad la familia Xue te pidió que vinieras aquí? —Xue Yucheng parecía confundido ahora.
Un hombre, acompañado por un pequeño zorro y un bebé como apoyo, iba a bailar el vals e intentar conquistar un castillo fuertemente fortificado. Pensó que Han Sen debía tener un deseo de muerte, o al menos un ardiente deseo de sentir el interior del estómago de una criatura.