Viendo a Han Sen caminar hacia el cuarto piso, Qiu Ping eligió seguirlo.
Han Sen preguntó por la entrada que lo llevaría al prestigioso quinto piso, ya que ese era su próximo destino. Pero de repente, Qiu Ping apareció ante él para impedirle el paso.
—Realmente vas al quinto piso, ¿no es así? —dijo Qiu Ping.
Han Sen asintió y le dijo:
—¿De qué otra forma voy a saber la verdad? Necesito ir allí si quiero recibir las respuestas que busco.
—De acuerdo. ¡Entonces toma este golpe! —Qiu Ping sacó su espada con una alarmante cantidad de calma.
Era una calma inquietante, llena de la tensión que precede a una tormenta. Han Sen no creía que Qiu Ping fuera tan bueno como él mismo creía. Han Sen se había encontrado antes con otros humanos que habían abierto sus cerraduras genéticas con la ayuda de espíritus. Eran mucho más débiles que los humanos cuya fuerza había sido desbloqueada por sus propios actos.