La criatura capturada de Han Sen no sabía que estaba siendo engañada. Pensó que estaba siendo tratada con amabilidad y por eso felizmente engulló todas las nueces que le dieron. En poco tiempo, sin embargo, comenzó a retorcerse en el suelo por el dolor. Han Sen pudo entonces confirmar nuevamente que las nueces hacían que las criaturas se hicieran más pequeñas. Tres días después, volvió a su tamaño normal. Han Sen decidió entonces comerse las nueces él mismo, deseando ansiosamente entrar en el agujero del árbol y ver lo que podría haber residido dentro.