—Ni los espíritus rey a su servicio ni el propio Noveno Emperador, vieron venir el Manto Nocturno. Ni siquiera tú serías capaz de detectar a alguien que lo lleva puesto —dijo el Rey Dragón.
Han Sen estaba encantado, tanto que ni siquiera le importaba que la explicación del Rey Dragón fuera en un tono condescendiente. Si el objeto era tan bueno como dijo, realmente se había tropezado con un tesoro extraordinario.
—Esto no puede ser tan endeble como la Bandera Nocturna, seguramente. —Han Sen le dio al Manto Nocturno un tirón firme. Afortunadamente, no se rompió. Aplicó más fuerza y aun así la permaneció fuerte.
—Genial. Entonces, ¿cómo lo uso? —Han Sen miró al Rey Dragón y preguntó.
—Bueno, sólo se puede usar de noche. Es fiel a su homónimo, pero cuando esté equipado, será completamente invisible —explicó el Rey Dragón concisamente.