Han Sen trepó al pino, pero aún no podía ver a Bao'er.
—Bao'er, ¿dónde estás? —Gritó Han Sen.
—Aquí. —La cabeza de Bao'er salió de detrás de una pared metafísica contra la que se rozó el árbol.
Viendo sólo la cabeza de ella, mirando desde fuera lo que parecía ser un muro de piedra, se quedó perplejo, por no decir más. Se acercó con el brazo e intentó tocar la misma pared de la que sobresalía la cabeza de Bao'er y, para su sorpresa, la atravesó. Era una ilusión. La pared parecía sólida como una roca, pero sólo en apariencia. No había nada físico allí, en absoluto.
—¡Papi, ven! —dijo Bao'er.