El bosque de los relámpagos no era el tipo de lugar en el que se podían mantener largas discusiones. Después de una breve charla, escucharon a los lobos aullando en la distancia. Cuando los sonidos cedieron, los relámpagos parecieron reaccionar como si un mensaje estuviera siendo transmitido, pasando de árbol en árbol.
Chen Hu y los demás estaban desconcertados ante la vista y se dieron cuenta tristemente de que sus pruebas podrían no haber terminado. A lo lejos, los lobos sobrevivientes merodeaban entre la maleza y observaban a los viajeros.
—¡Ven y pelea con nosotros si te atreves! ¡Tus aullidos no lograrán nada! —Chen Hu estaba enfadado y su constante vigilancia le daba comezón. No pudo evitar lanzar insultos hacia ellos.
—Apresuremos nuestro paso y abandonemos este bosque tan pronto como podamos —dijo Lin Weiwei.