Bao'er se sentó sobre una rama del árbol con un fruto en sus manos. Entonces, le dio un gran mordisco. De la fruta salió mucho jugo y emitía una agradable fragancia. Bao'er se comió la fruta entera en unos cuantos bocados más. Luego se mojó los labios e inmediatamente fue a buscar otra. Se subió al árbol y recogió todas los que pudo cargar. Se llenó la cara con la fruta, todo el tiempo diciendo:
—¡Papi, ven a comer la fruta!
Desgraciadamente, Han Sen pensó para sí mismo: «Si tan sólo pudiera ser tan despreocupado. Desafortunadamente para mí, tengo monos con los que lidiar primero».
Han Sen no estaba de humor para comer y había al menos mil monos con los ojos fijos en Bao'er mientras ella comía su comida. El rey mono apareció, y después se fijó en ella, y le gritó en su lengua de simio. Todos los monos empezaron a brincar y a saltar de un lado a otro con entusiasmo. El rey mono estaba de un azul brillante y saltó hacia Bao'er.