—¿Has terminado de mirar? —preguntó Han Sen.
Barón Espinoso miró a Han Sen y murmuró: —¿Eres El Rey?
Barón Espinoso no podía creerlo, y pensó que todo el concepto era ridículo. Ella vio al Rey aparecer para salvarla y luego correr por su piedra espiritual. Cuando volvió a mirar al Rey, era solo el humano Han Sen.
Aparte de que Han Sen es El Rey, no podría haber otra explicación. Sus ojos no podrían haberla engañado.
—¿Importa? —Han Sen sonrió.
—¡Sí, por supuesto que importa! —Espinoso miró a Han Sen enojada.
—Entonces la respuesta es sí. —Han Sen sabía que ella ya se había dado cuenta de esto y solo quería confirmación.
—¿Cómo puede El Rey ser un humano? ¿Cómo puede ser él? —El tono de voz de Barón Espinoso era bajo por la tristeza, y ella se veía completamente desanimada.
—La conclusión es que ahora soy tu maestro. Entonces, ¿qué vas a hacer? —dijo Han Sen.
—Yo… —Espinoso se detuvo.