Una mujer rubia de ojos púrpuras emergió de debajo de los verdes arbustos que acunaban las rosas rojas. No parecía del todo humana y una esmeralda estaba incrustada en su frente. Era un hermoso espíritu femenino. Su cara era impresionante de contemplar. Hacía frío, pero eso solo amplificaba su mística. Sin importar dónde estuviera, la belleza de la gente la tomaría por sorpresa.
Han Sen no se sorprendió, pero algo en particular lo hizo casi saltar hacia atrás en shock. La mujer no llevaba ropa. Cuando se puso de pie, la curva fina de su botín y la forma en que bajaba por sus largas piernas, era una visión repentina y tentadora. La nariz de Han Sen se estaba calentando con una hemorragia nasal. Sus grandes pechos y su delgada cintura la hacían parecer como si hubiera salido de un manga. Los humanos no podían poseer una forma de cuerpo así. Aunque la imagen descrita suena ridícula, dentro de todo parecía natural.