—Eso es una fruta de cobre y tienden a crecer en las profundidades más oscuras del Bosque de Espinas. ¿De dónde sacaste esto? —preguntó Yu Yan mirando con sorpresa.
—Los recogí de una enredadera que crecía al borde del río Jade —respondió Han Sen.
—Eres increíblemente afortunado. Las semillas deben haber viajado con la corriente y debe haber empezado a crecer a lo largo de las orillas del río —dijo Yu Yan, teorizando.
—¿Aceptarías esto a cambio de tu bestia? —Han Sen preguntó.
—Sí, eso suena como un trato justo. Si fuera domesticado, su precio de venta sería mucho más alto y valdría más que una sola fruta de cobre. Lamentablemente, fracasé en ese aspecto, así que aceptaré tu oferta. Es un intercambio justo, creo yo. Toma entonces lo que queda de la bestia —dijo Yu Yan aceptando la fruta de cobre y permitiendo a Han Sen que se llevara a la bestia.