Han Sen quiso esquivar pero el peso fantasma lo inhibió de hacerlo. No pudo mover ni un solo paso y mucho menos evadir la moneda por completo. Usando su mano como una espada, Han Sen simuló la luz verde del Rey del Caballero de Acero para golpear el proyectil entrante. Pero la inquebrantable luz verde del Segundo Santuario de Dios era prácticamente inútil en este reino. La moneda atravesó la luz verde y se plasmó a la mano de Han Sen.
¡Spank!
Su cuerpo fue arrastrado hacia abajo por el peso de las montañas y lo puso de rodillas. Al ser aplastado bajo el peso de ambas monedas, Han Sen podía oír los crujidos de los huesos de su cuerpo, listos para romperse.
¡Ribbit!
El sapo dorado era implacable y lanzó otra moneda de oro hacia su agresor. Incapaz de esquivar esta también, la moneda se colocó firmemente en la cara de Han Sen. Cayó al suelo y tan grande fue la fuerza que una huella de su cuerpo se formó cuando se hundió en el suelo.
