¡Bum!
El cuerpo de Yu Qielan destrozó la atmósfera. Era como si se hubiera teletransportado directamente frente a Huang Xiao, con su gran mano alcanzando la cabeza del joven. Desafortunadamente, era demasiado tarde para que Huang Xiao lo esquivara. Era difícil comprender lo que Yu Qielan había hecho tan súbitamente. Fuera lo que fuera, su velocidad había aumentado exponencialmente. No había nada que Huang Xiao pudiera hacer.
Apretó los dientes mientras que una luz dorada envolvía su cuerpo. Su puño brillaba como oro fundido cuando lo lanzó hacia adelante. Sin embargo, no pretendía desviar el puño de Yu Qielan; estaba apuntando a su pecho. Con su vida en juego, estaba dispuesto a arriesgarlo todo para lanzar un golpe devastador.
—Este Huang Xiao es bueno. —Han Sen y el resto de la multitud apoyaron sus esfuerzos.