Cuando Han Sen volvió a sus cabales, la ya mujer se había ido y con ella había llevado a la Bruja del Espíritu Vacío de vuelta.
Mientras la Bruja del Espíritu Vacío estaba a punto de cruzar la puerta, se volvió para mirar la mochila de Han Sen como si extrañara la calabaza.
Al cerrarse las viejas puertas de madera, ambas desaparecieron.
Han Sendio un largo suspiro. Cuando tocó su frente, no sintió nada. Echándose un vistazo a sí mismo en su espejo, notó que el colorete de antes había desaparecido. Había sido reemplazado por lo que parecía ser el símbolo del loto, aunque tendrías que prestar mucha atención para discernirlo. En una mirada pasajera, simplemente asumirías que era un lunar o un grano.
—¡Imbéciles! ¡¿No tienen nada mejor que hacer que andar por ahí dejando sellos en las personas?!—gritó Han Sen enojado.