El bosque subterráneo de bambú era enorme, pero no había pilares de piedra ni estalagmitas para sostenerlo. El propio Bambú sostenía esta gigantesca caverna.Los innumerables brotes de bambú surgían del suelo y sostenían el techo.
Han Sen había pasado por 20 kilómetrosde este reino subterráneo, pero aún no había visto una salida. Todo parecía igual. La única diferencia que podía notar era en el cambio en la temperatura. Cuanto más profundo iba, más bajaba la temperatura.Los matorrales de bambú negro que lo rodeaban se hacían más densos, y después de otros treinta kilómetros, los tallos de bambú ya eran tan gruesos como troncos de árboles.