Tenía el pelo largo y blanco para bordear su cara fría y hermosa. Llevaba una túnica blanca bordeada de oro, y se acercó como el Hijo de Dios que era. El mundo entero parecía humillado por su mera presencia. Todos vieron a la Hijo de la Luz de Dios subir al escenario, y todos se congelaron con la respiración contenida. Su presencia opresiva hizo difícil que la audiencia lo mirara directamente. Mirarlo se sentía como una blasfemia.
—¡Qué guapo! —Una mujer no pudo evitar dejar escapar. Parecía tan sagrado, que incluso una mujer de una raza diferente no podía evitar encontrarlo atractivo.