Han Sen llevó el durazno a una habitación privada dentro del Palacio de Cristal, para evitar cualquier disturbio que pudiera surgir durante su práctica.
Aunque sintió pena por negarle el melocotón al zorro de plata, solo tenía uno. No tenía más remedio que guardarlo para sí mismo. Sin embargo, si todavía le quedaba algo de durazno después de su avance, le daría las sobras al zorro de plata. Mirando el durazno en su mano, Han Sen sacó una jeringa médica. Planeaba extraer algo del jugo para probarlo primero.