—Hermano Han, ¡has vuelto! ¿Mataste a la criatura? —Wang Yuhang preguntó a Han Sen, con gran entusiasmo en su voz.
—Pensé que serías capaz de decirlo con solo mirarme la cara. Si lo hubiera matado, habría recuperado su carne, ¿no? —dijo Han Sen y se encogió de hombros.
—Está bien. Estoy seguro de que la oportunidad de matarlo surgirá una vez más —contestó Wang Yuhang. No parecía en absoluto decepcionado.
Esto hizo que Han Sen sintiera una ligera incomodidad, como si no fuera natural. No era el tipo de persona que se dejaba intimidar por las personas malas, pero era el tipo de persona que le tenía miedo a las personas buenas.