—¿Qué tal si permitimos que este amigo temporal nuestro se una a nosotros? —sugirió Celos del Cielo, con un aura de elegancia.
Tirano frunció el ceño ante la perspectiva, pero no dijo nada en oposición. Si los otros hubieran llegado sin problema, no habría pensado dos veces en la idea. Pero ahora, solo quedaban cinco de ellos. Si quisieran probar la existencia de las criaturas que buscaban, traer a Han Sen y al zorro plateado para que rechacen a cualquier mafia adicional sería de gran ayuda.
—¿Qué significa temporal? —preguntó Han Sen.
—Dénos un precio y lo contrataremos como sable o mercenario —dijo fríamente Tirano, todavía no dispuesto a ofrecer una posición formal en su beca.
Han Sen miró a la reina y dijo con calma: —No importa lo que decidas, te devolveré a casa sin lesiones.