Han Sen aprovechó la oportunidad para huir del nido. Aún podía oír vagamente los rugidos de la gárgola de plata.
El nivel físico de la gárgola de plata era tan bueno que Han Sen no podía matarla actualmente. Sin embargo, ya había aprendido que había una criatura de sangre sagrada en este lugar, por lo que siempre podría volver una vez que tuviera los suficientes genopuntos.
—¡Hermano, estás aquí! ¿Estás bien? —dijo Zhu Ting, quien estaba esperando en la entrada, mirando cada cierto tiempo hacia abajo.
—Afortunadamente, logré huir, pero no pude matar a esa cosa —dijo Han Sen y empezó a irse.
—¿Qué tal si me uno a la Banda Diosa? —preguntó Zhu Ting, luego de alcanzar a Han Sen.
—Si quieres, lo permitiré—dijo Han Sen casualmente. Mantendría cerca a Zhu Ting por el momento ya que seguía pensando en aprender Siete Giros de los Chen.