Gradualmente, Han Sen sintió que no era porque Lu Bin no tenía intención de matar, sino que era porque su intención de matar era demasiado fuerte.
Si había una lámpara en la habitación, sería fácil ver de dónde provenía la luz. Sin embargo, si la habitación estaba llena de lámparas, no tenía mucho sentido preocuparse por eso.
Ya que la intención de matar de Lu Bin era muy grande, su oponente ya no lograba discernir sus intenciones, porque estaba por todas partes.
Inicialmente, Han Sen intentaba descubrir la fuente del instinto asesino de Lu Bin, pero pronto se rindió. No tenía sentido tratar de entender tal impulso asesino, porque no haría la diferencia.
Al enfrentar a alguien así, sólo había una manera de ganar; que sobreviva el más valiente.
¡Bum!
Han Sen ya no retrocedió, sino que dio una patada. Su pierna golpeó a la de Lu Bin e hizo un fuerte ruido.