Han Sen miró a la chica que tenía en brazos, quien seguía inconsciente. Su ropa estaba algo rasgada, pero ella no sufrió ninguna lesión y sólo tenía algunas marcas rojas.
Han Sen frunció el ceño y se fijó en el rinoceronte blanco, que se encontraba siendo asediado por el santo ángel y el rey gusano roca dorado. Parecía que Han Sen no necesitaba hacer nada.
Sosteniendo a la chica en un brazo y la esencia vital del duende malvado en el otro, Han Sen se apresuró a la tienda. Dicha tienda había sufrido daños por las rocas caídas. Encontró un edredón ahí y puso a la chica en él. Luego corrió hacia la esencia vital que estaba debajo del pedazo de tela.