—Si no temiera a su familia, nunca hubiera dejado que Hai Yun se llevara las dos almas bestia de Dólar. Debí haber comprado al menos una…—dijo Qing, sin poder dejar de quejarse luego de que la subasta terminara.
Han Sen se sintió sorprendido. Resultaba que el precio no era lo alto en los ojos de ese chico rico. Desistió simplemente porque no quería traicionar a Hai Yun.
Han Sen sabía que las dos almas bestia eran tan caras debido a la fama de Dólar, en lugar de su valor real.
—Han Sen, debías haber comprado la armadura o el alma bestia de transformación. Aunque la mascota es fuerte, esos dos artículos eran el sello de Dólar —se lamentó Qing.
—Hermano, ¿estarías dispuesto a vender la mascota? —Hai Yun aún no quería rendirse. Era un perfeccionista que necesitaba su colección completa.
—Hai Yun, lo siento mucho. Necesito esa mascota y no pienso venderla por el momento —dijo Han Sen.