Han Sen abordó la situación con algunas técnicas que había aprendido en la escuela, intentando despertar al resto del grupo, pero ninguna de las técnicas parecía funcionar. No era de extrañar que Zhu Ting estuviera tan orgulloso de sus drogas.
—No pierdas tu energía. Sin mi antídoto, no podrán despertarse. Si no se despiertan en tres días, se convertirán en vegetales, y ya será imposible salvarlos —dijo Zhu Ting, que aunque tenía la cara hinchada, sonreía alegremente.
La única cosa que le asustaba a Zhu Ting era que Han Sen no necesitaba nada de él. Siempre y cuando Han Sen necesitase algo, tendría formas de protegerse.
Al ver que Han Sen no decía nada, Zhu Ting continuó: —Tampoco intentes buscar el antídoto en mí. Es demasiado importante como para llevarlo conmigo a todas partes. Si sabes cómo hacer drogas, puedes usar el material que necesito. Tengo que hacer el antídoto. O puedo hacerlo por ti.
