—No entiendo por qué estás demorando en el Primer Santuario de Dios —refunfuñó Huangfu Pingqing con un suspiro después de que se fuera Hijo del Cielo.
—Necesito quedarme por muchas razones —dijo Han Sen con calma.
—Ya debes haber llegado al máximo en tus genopuntos sagrados, supongo. Ven al Segundo Santuario de Dios. Todo comienza allí—contestó Huangfu Pingqing tratando de persuadirlo.
—Todavía necesito muchos más genopuntos sagrados. Probablemente todavía me llevará al menos dos años —dijo Han Sen con una sonrisa.
Huangfu Pingqing miró a Han Sen por un momento y dijo con decepción:
—Lo creas o no, nunca quise hacerte daño. Ven al Segundo Santuario de Dios para que puedas ser verdaderamente fuerte.
—Te creo —replicó Han Sen, parpadeando.