En las Montañas de Cobre, Han Sen perseguía a la tortuga. Alimentándose de las raíces o frutas de ciertas plantas, la tortuga seguía su camino en las montañas. A veces, cuando no había ninguna planta, la tortuga aún conseguía excavar del suelo algún tipo de hongo para comer.
Han Sen se sorprendió más y más. La mayoría de las criaturas no necesitaban comer, mientras aquellas que si necesitaban hacerlo siempre resultaban ser extraordinarias. Entre todas las criaturas que Han Sen había visto, la más extraordinaria era el león dorado, y la segunda era la tortuga.
En cierta forma, la tortuga era aún más extraña. El león dorado sólo se alimentaba de criaturas de otras especies. Sin embargo, la tortuga encontraba plantas para comer en las montañas, y obviamente era muy selectiva con lo que comía.