—No es de extrañar que ninguno de ellos pudiese entrar. ¡Esta es la maldita misión imposible! —gruñó Apostador, sacudiendo la cabeza al ver entre los huecos de su armadura protectora.
—Malditos sean.
Los dos nuevos miembros del equipo, Zheng Chi y Zhou Qingyu, parecían estar asustados.
—Han Sen, regresemos ahora. No tenemos manera de avanzar. Tenemos que esperar a que salgan las criaturas que están dentro para entonces poder matarlos uno a uno. Después de eso, tal vez tengamos una oportunidad para entrar —propuso Apostador.
—De acuerdo. Ustedes vuelvan, yo puedo entrar solo —decidió Han Sen.
Zheng Chi y Zhou Qingyu abrieron los ojos como platos y dijeron: —Capitán, eso es demasiado riesgoso.
Han Sen sonrió y dijo: —Aunque sea peligroso, existe la posibilidad de romper el huevo. Luego que las criaturas salgan corriendo, tendríamos la oportunidad de encontrar el huevo. Volveré a la entrada y echaré un vistazo y si no funciona, me retiraré.
