El arco de Han Sen era tan débil que sus flechas nunca podrían acertar a Jing Jiwu. Incluso si pudieran, serían mucho más lentas que las flechas de Jing Jiwu, por lo que aún sería eliminado del juego.
En el caso de Jing Jiwu, sus flechas eran tan fuertes que aunque las dos flechas de Han Sen lograran alcanzar a Jing Jiwu, nunca podrían detenerlas. Parecía que el resultado ya estaba claro.
Ninguna de las flechas de Han Sen pudo tocar la flecha de Jing Jiwu, mientras que la flecha de Jing Jiwu se deslizaba en el aire entre las dos flechas de Han Sen y estaba a punto de acertarle en la cara.
—¡Maldita sea! —chilló Ji Yanran. No quería mirar más.
—Se acabó—musitó Situ Xiang, llena de angustia. Cómo deseaba poder darle a Han Sen una flecha fuerte para un duelo justo. Han Sen no debería haber perdido el juego de esta manera.
—El Emperador no pudo vencer al monstruo —lamentó Wen Xiuxiu.
Todos pensaban que Han Sen estaba a punto de perder.
