Wang Mengmeng veía lo que ocurría con los ojos como platos. Sentía que estaba en una montaña rusa, pero esta experiencia era más aterradora que cualquier atracción.
Estaba apoyada contra la espalda de Han Sen, y tenía el mismo ángulo de visión que él. Observaba todos sus movimientos, evadiendo, girando, empuñando, atacando…
Viendo a los interminables zorros de arena con cuernos lanzarse contra ellos, y consecuentemente la muerte de todos ellos, sintió que Han Sen era una máquina de matar: sus movimientos eran extremadamente rápidos y cada ataque acababa con una vida. Los zorros mutantes de cuernos y los primitivos eran aniquilados con un solo golpe cada uno, sin excepción.
Wang Mengmeng y Han Sen estaban bañados en sangre, y el color original de su armadura ya no podía discernirse. Incluso el cabello largo de la princesa de hadas se volvió rojo y goteaba sangre.