Han Sen no era un maestro en piedra, papel y tijeras, pero estaba haciendo un gran esfuerzo para mejorar su capacidad de predecir con más precisión a su oponente. No era para jugar, sino para conocer de antemano los hábitos y movimientos de una criatura. Para un arquero, esto era sin duda una habilidad muy importante.
Cualquiera podía disparar a un objetivo. Y había muchas personas que podían golpear la diana desde cuarenta y cinco metros de distancia. Sin embargo, las criaturas no se quedaban quietas todo el tiempo, por lo que era importante poder predecir sus movimientos. Aprovechar oportunidades fugaces, prejuzgar la acción del enemigo y disparar a matar eran las especialidades de Han Sen. O si no, no hubiera elegido el tiro con arco para practicar.