—El presidente del Grupo Yate Zhao Yalong ha completado la tercera evolución. Ingresó al Cuarto Santuario de Dios, y se volvió el humano Nº83 en la historia en ingresar al Cuarto Santuario de Dios. Su esperanza de vida ha alcanzado 500 años y se ha ganado el estatus de semidiós…
—El prodigio de la galaxia Raikot, Lange, ingresó al Segundo Santuario de Dios con 100 genopuntos mutantes. Su esperanza de vida ha alcanzado 300 años y se ha ganado el estatus de evolucionado.
—El portavoz de la Casa de Representativos, Hemingway, mató a una estrella del océano semidiós ayer, y fue el primero en lograr esta hazaña…
—De acuerdo a autoridades expertas, en diez años alguien completará la cuarta evolución por primera vez y avanzará en el Quinto Santuario de Dios…
—…
Han Sen apenas terminaba de teleportarse de Refugio de Armadura de Hierro y las noticias estaban siendo mostradas en una pantalla virtual.
—Evolucionado, Sobrepasador y Semidiós. Con el cristal negro, podré hacer todo eso e ir más allá.
Han Sen apretó su puño, salió de la estación de teleportación, y tomó el tren de levitación magnética a su casa.
Antes de que llegara al patio, Han Sen escuchó una voz dura voz femenina.
—Luo Sulan, ¿quieres tomar la vieja casa de los Han? Esta casa era de nuestros padres, y mis dos hermanos mayores y yo somos dueños de una parte cada uno. Ahora mi hermano más viejo ha fallecido. No te hostigaremos, ya que eres una viuda, y te dejaremos su parte. Pero si quieres tomar todo, nunca lo aceptaremos.
—¡Así es! —la voz de un hombre de mediana edad interrumpió— La vieja casa siempre ha sido la herencia de nuestros padres. Todos nosotros tenemos derecho a ella, y no pueden quedársela sólo para ustedes. Tu familia ha vivido aquí por más de 20 años, así que ya se han aprovechado mucho de nosotros. Es hora que dividamos la herencia.
—Mi hermano lo ha dicho —una suave voz masculina continuó—. Ustedes han vivido en la vieja casa por más de 20 años. No les cobraremos renta, pero esta casa es nuestra herencia y debe ser dividida.
La voz de una mujer joven se oía decir: —Tenemos un estimado del abogado, y esta vieja casa ahora vale más de tres millones. Somos tres familias, así que le corresponde un millón a cada una. Pueden darnos un millón a cada uno y ser dueños de esta casa definitivamente, o pueden vender la casa y luego dividimos el dinero. Estamos satisfechos con cualquier opción que elijas.
—Exactamente, ahora que nuestro hermano mayor ha fallecido, no hostigaremos a su viuda e hijos. Puedes darnos el dinero o vender la casa, como prefieras —la voz dura empezó de nuevo.
—Hermano y hermana, no hay necesidad de forzarme. Ustedes saben nuestra situación. No tenemos dos millones —dijo tristemente una mujer.
—Entonces pongan la casa en venta —dijo inmediatamente la mujer ruda.
—¿Dónde viviríamos sin un hogar? Han Sen apenas se graduó y Han Yan está por empezar a ir a la escuela —dijo la mujer triste.
—Cuñada, esto no es razonable. ¿Cómo eres tú la única con problemas? Tus hijos Han Sen y Han Yan sólo van a educación integrada compulsoria, mientras que mi Han Hao va a una escuela privada. Su colegiatura me da canas cada año.
—Hermana, estás en lo correcto. Todos estamos pasando por dificultades y todos necesitan dinero. ¿Por qué no vendemos la casa de una vez? Todos podríamos llevar un poco, y tu podrías pagar la educación de Han Yan —dijo la voz afeminada.
—De cualquier forma, o nos das el dinero o vendes la casa. Tu elección —dijo la mujer joven, fríamente.
Fuera de la casa, Han Sen se enfureció mientras escuchaba. Empujó la puerta para abrirla y vio a su madre derramar lágrimas mientras sostenía a su hermana, Han Yan. La niña de cinco años se acurrucó en los brazos de su madre, con sus grandes ojos llenos de lágrimas. Al lado de ellas, dos hombres y dos mujeres sonreían indiferentemente.
—¿Cómo se atreven a venir y reclamar la vieja casa? —Han Sen apuntó a la mujer gorda amenazante y exclamó en ira— Tía, tú solías ser una contadora en la compañía y generaste decenas de millones en deudas. ¿Acaso mi padre no te ayudó luego de que le rogaras?
—Han Sen, qué sinsentido. ¿Quién causó las deudas? Deja de mentir —dijo el tipo flaco con la voz afeminada, apuntando a Han Sen.
—Tío, malversaste los fondos públicos de la compañía para invertir y perdiste unos cuantos millones —Han Sen apuntó al tipo flaco.—¿Acaso no viniste a mi hogar y suplicaste de rodillas la ayuda de mi padre? Y tú, tío, tú debías tantas deudas de apuestas que casi te viste obligado a suicidarte. ¿Quién te ayudó? Cuando casi fuiste matado a golpes, ¿quién salvó tu vida? —Han Sen apuntó al hombre gordo de media edad.
—El Grupo Starry quería adquirir nuestro negocio familiar. Si mi papá no los representaba a todos ustedes y tenido desacuerdos con el Grupo Starry, ¿habría muerto de forma tan sospechosa? —Han Sen apretó sus dientes, mirando a los cuatro.— Pero tú, tú no fuiste al funeral de mi padre y vendiste la compañía al Grupo Starry al momento de su muerte. ¿Acaso nos diste algo del dinero que obtuvieron al vender la compañía? Además, ¿quién pagó por sus las casas de USTEDES cuando se casaron? ¿Eran esas casas más baratas que esta vieja casa? ¿Cuidaron de sus padres por un día mientras estaban vivos? ¿Cómo se atreven a venir aquí a pedir su parte de la casa vieja?
—¡Detente! Tu padre hacía solo lo que él quería hacer. La compañía le pertenecía a mi padre, y todos tenemos acciones. Él no puede decidir por nosotros. Y de seguro, no podemos gastar el dinero de la compañía —dijo el tío Han Lei, descaradamente.
—Es verdad. Tu padre era un dictador, y nosotros sólo estamos recuperando nuestro dinero. No importa lo que digas. Danos el dinero o vende la casa, de otra forma nos veremos en la corte. Perderás el caso donde sea que vayamos —gritó la tía Han Yumei.
—Es todo la culpa de tu padre…—Empezaron a acusar al padre fallecido de Han Sen.
Han Sen estaba temblando con odio y se sintió agraviado por su padre. Cuando su padre tomó la compañía, era apenas un negocio pequeño, valiendo uno o dos millones. Tomó tanto esfuerzo para que la compañía floreciera, y tenía que cuidar a su familia y enmendar sus errores. Unas cuantas veces la compañía estuvo al borde de la bancarrota debido a problemas de liquidez. E incluso murió por la compañía. Luego de su muerte, sin embargo, su esposa e hijos fueron hostigados por los parientes que él solía ayudar.
Cuando el padre de Han Sen estaba vivo, siempre decía que eran familia y que no había razón para discutir. ¡Y qué ironía se había vuelto ahora!
Si realmente necesitaban el dinero y tenían dificultades, Han Sen simplemente se los daría. Pero todas las naves privadas que pilotaron hasta allí valían más de un millón. Y habían conseguido al menos diez millones por vender la compañía, los cuales recayeron completamente en sus bolsillos, y nada le fue dado a la familia de Han Sen. Era simplemente imposible que ellos tuviesen ni siquiera un millón.