Dentro del Pantano Fosforescente, a causa de la retirada de muchos Hechiceros del Clan Uróboros, el espacio había quedado vacío. Lo habían repuesto con Hechiceros que habían sido enviados de forma urgente por la Unión de Hechiceros, razón por la que todo parecía estar en orden.
Luego de largas charlas con Jeffrey, Offa y los demás estaban completamente al servicio de Leylin.
En ese momento, un enorme palacio construido para durar toda la eternidad, un edificio que podía contener a diez mil personas, estaba siendo construido con urgencia. Se había utilizado una gran cantidad de recursos preciosos sin miedo a los costos.
—¡Lo han hecho bien! —los brazos de Leylin estaban detrás de su espalda mientras él observaba las altas montañas en la distancia y hablaba con Offa y el resto.
—¡Es nuestro honor poder esforzarnos por Su Majestad! —respondieron respetuosamente Offa y los demás con una gratitud genuina en sus ojos.