Él llevó al niño de vuelta al hotel. Lin Huang se preguntaba cómo iba a resolver ese problema.
El principal problema no era el gran apetito del chico; era que Lin Huang no tenía idea de cómo iba a explicarle esto a Lin Xin.
Él pensó por un momento y giró su cabeza para mirar al joven.
—No debería estarte llamando mocoso todo el tiempo y también es de mala educación llamarte con un número. Debo darte un nombre nuevo.
El muchacho asintió con la cabeza.
—Está bien. Tu nuevo nombre será Lin Xuan.
Después de confirmar el nombre, Lin Huang miró al chico de nuevo.
—Te doy este nombre con la esperanza de que puedas convertirte en un hombre digno en el futuro.
El muchacho asintió con la cabeza, señaló a sí mismo con su dedo y dijo: —Lin Xuan.
—Sí, estás en lo correcto. A partir de hoy en adelante, tu nombre es Lin Xuan.