Lin Huang durmió desde las 4 hasta las 11 de la mañana. Se las arregló para reponerse con algo de descanso de su largo viaje de la noche anterior. Cuando salió de su tienda, él todavía podía oír que Gordito todavía estaba roncando en la suya. Luego, Lin Huang tocó su tienda:
―Gordito, despierta. Si no nos movemos ahora, perderemos otro día.
Gordito siguió roncando.
―Gordito, despierta. ¡Los monstruos están atacando a la cueva! ¡Rápido!
Lin Huang sacudió con fuerza la tienda de Gordito.
Gordito se sentó y fue a vestirse de forma instantánea, luego salió de la tienda. Le preguntó a Lin Huang en estado de shock:
―¡La entrada de la cueva está bloqueada! ¿¡Cómo vamos a escapar!?
―¿Escapar de qué? No hay ningún monstruo, solo necesitaba despertarte ―dijo Lin Huang casualmente.
―¡Maldita sea!
Gordito se quitó entonces la ropa y la colocó en forma adecuada. Él estaba molesto.
