Los miembros del grupo resucitaron, uno por uno. La suerte no era algo que se pudiera controlar. No había nada que hacer si no se tenía el favor de azar.
Al segundo intento, Cientiros falló su primer
—¿Qué mierda está sucediendo? Podría jurar que este jefe es fácil, pero ¿cómo es que siempre todo sale mal? —el Gordo Han se quejó.
—Gordo, creo que es tu karma que nos juega en contra. Probablemente es porque espiaste a la hermanita de tu vecino —bromeó Zhang Yang.
—¡Que te den, Pequeño Yang! Yo soy un caballero, ¿por qué querría espiar bajo la falda de una niña? —dijo el Gordo Han con cara de inocencia.
—Hermano, Zhan Yu no dijo nada sobre espiar bajo la falda. Creo que acabas de cavar tu propia tumba —dijo Llovizna entre risas.
Zhang Yang frunció el ceño. De repente, estaba nervioso con el Gordo Han.
—¿Por qué lo llamas hermano y yo soy "ese tipo"?