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—No me dijo, solo dijo que no te preocuparas por su seguridad y que ella estará bien. Sin embargo, tú tienes que irte. Un día más aquí significa un día más en peligro.
—¿Ella no está también en peligro? Ella es la que enfrentará pronto la pena de muerte.
La expresión de Qin Chu se puso pesada al pensar en eso. ¿En qué pensaba Huo Mian? ¿Cómo podría irse sin ella?
—Ella dijo que estaría bien. Huo Siqian no dejará que nada malo le pase —Jiang Xiaowei repetía literalmente lo que le había dicho Huo Mian.
De hecho, era evidente para todos el interés que tenía Huo Siqian por Huo Mian. No la observaría morir sin luchar...
—Pero no te olvides que Huo Siqian no es un dios. Aún está el alcalde Song. Estuvo en ese puesto durante muchos años y tiene muy buenos contactos, incluso en prisión y es capaz de matar a Huo Mian sin que se entere Huo Siqian. No puedo arriesgarme. No puedo confiar en que él la mantendrá a salvo.
—Entonces, ¿qué harás?
