—Hola —Huo Mian también lo saludó.
—La comida de la cafetería es bastante buena, puedes comer más por si tienes hambre por la tarde. Aún faltan muchas clases —le recordó el jovencito.
—Gracias.
A pocos metros de allí, Qin Chu la miró mientras se ponía de pie y se percató del jovencito que estaba sentado frente a ella.
De inmediato se sintió nervioso porque notó que ambos sonreían y tenían una conversación amistosa. Entonces, tomó su bandeja y se abrió camino a la fuerza entre la multitud mientras las muchachas gritaban emocionadas y lo observaban.
—¿Puedes ponerte de pie por un segundo? —le preguntó Qin Chu al joven.
—¿Por qué debería hacerlo? —respondió el jovencito, que no deseaba moverse.
—Porque quiero comer con ella —dijo Qin Chu mirando a Huo Mian.
—Yo también quiero comer con ella —el adolescente no retrocedió.